Grupo de personas vestidas con ropas tradicionales participa en una procesión religiosa durante la Semana Santa, bajo un paraguas naranja decorado.

Nepal: una juventud rebelde y una señal a la nueva geopolítica mundial

Tras un violento episodio que dejó 22 muertos y centenares de heridos, la llamada Generación Z se transformó en la cara visible de la revuelta derivó en la renuncia de K.P. Sharma Oli. Hashtags y memes como trinchera para una sociedad que decidió patear el tablero geopolítico.

El reciente levantamiento de Nepal que derivó en la renuncia, tras 4 mandatos, del ahora ex primer ministro K.P. Sharma Oli sentó la señal de un nuevo orden geopolítico en disputa.

Tironeada entre las dos potencias orientales India y China, la joven república atraviesa ahora un período de incertidumbre institucional, frente a una masa de jóvenes unificados bajo el nombre de “Generación Z” (O “Gen Z”) que estallaron en protestas de manera espontánea y auto-organizada. Con el bloqueo de redes sociales por parte del Gobierno como detonante, el estallido puso sobre la mesa un largo historial de descontento social que la juventud furiosa e inorgánica tomó en sus manos.

Si bien el hecho central de las protestas sublimó a través de la mentada prohibición de redes sociales tales -entre ellas Facebook y WhatsApp-, el deterioro político e institucional nepalí viene de un largo arrastre. El activista Sankha Subhra Biswas señala como antecedentes las experiencias cercanas de Sri Lanka y Bangladesh. El denominador común ha sido la rebelión paulatina de ciudadanía organizada al margen de las estructuras partidarias tradicionales. En el caso nepalí, se suma el factor de las redes sociales como aglutinante de una rebelión predominantemente joven.

El arrastre del conflicto y su estallido tuvo varias aristas. Según cálculos del Barómetro Global de Corrupción de la organización Transparency International, en 2024 el 84% de la población nepalí consideraba la corrupción gubernamental como un gran problema. Una cifra alarmante para un orden democrático que, como tal, existe apenas desde 2008 y cuyos mandatarios nunca pudieron superar los 500 días en el poder, a excepción del hasta ahora primer ministro.    

Las constantes tensiones entre las dominantes izquierda nepalí, el maoísmo y el comunismo local, combinadas con las contantes acusaciones de perpetuar el nepotismo en el poder, comenzaron a degradar la representatividad. A esto debe sumarse la falta de empleo.

Desde 2024, Amnistía Internacional ya empezaba a denunciar los ataques a libertad de expresión y a la protesta por parte del gobierno nepalí. En enero de ese año, según denunció el organismo internacional, fueron detenidas 8 personas en una manifestación en una zona clave de Katmandú. Ese mismo mes tuvo lugar la muerte de un hombre por disparos policiales durante una protesta en la región de Barahathawa. 

Un artículo de la fundación Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) reveló que el Bertelsmann Transformation Index (BTI) -índice orientado a medir la calidad democrática nepalí- realizó advertencias severas sobre el contenido de la nueva Constitución aprobada en 2015. Allí el BIT alertaba sobre postulados cuestionables en la nueva carta magna en materia de igualdad de género, prohibiciones de índole religiosa y erosiones en el poder judicial.   

Es en este punto donde emergen desde regiones como Sri Lanka y Bangladesh respectivos movimientos que se empiezan a desplegar hacia Nepal. Con la distintiva irrupción de un fuerte componente juvenil, su desencanto es hacia los partidos tradicionalmente en el poder, como también hacia las organizaciones nacionalistas o pro-monarquía combativas. 

Según varios analistas, la situación en Nepal continúa lo que años atrás fue conocido como Primavera Árabe, proceso de revueltas en países como Túnez, Siria, Egipto, entre otros, por el cual ciudadanos organizados lograron derrocar a monarquías y gobiernos autoritarios. 

Más de diez años después de ese proceso, esta incipiente “Primavera Asiática” viene de la mano de colectivos de internet, foros, memes, hashtags y todo un nuevo lenguaje incorporado por una juventud castigada por el desempleo y la migración. Uno de los ejemplos más simbólicos fue la utilización por parte de manifestantes, como bandera combativa, del logo del animé “One Piece”, como imagen de protesta contra la corrupción. La situación en Nepal da testimonio de la avanzada de nuevos modos de organización rebelde no tradicionales, en territorios geopolíticos estratégicos de cara a oriente y occidente.

De Nepal a Madagascar: la rebeldía se expande

En sintonía con la dinámica expansiva de la mencionada Primavera Árabe, la rebelión que en septiembre sacudió a Nepal ahora tuvo su parangón en Madagascar en las últimas semanas. Allí, las protestas impulsadas por la llamada “Generación Z” condujeron al derrocamiento del hasta entonces presidente Andy Rajoelina. Lo que inició como una serie de manifestaciones contra circunstanciales cortes de luz y fallas en el servicio de agua, destapó la olla de malestares más profundos en Madagascar.

Las coincidencias con Nepal son notables. Casi un 70% de la población local (más de 30 millones) vive bajo la línea de la pobreza según cifras del Banco Mundial y el problema de desempleo afecta mayoritariamente a los jóvenes. “Levántate juventud” fue uno de los lemas que la Gen-Z alzó en las calles de Madagascar en las protestas que antecedieron a que el grupo militar CAPSAT se sublevara y tomara el poder. 

Guillermo Whpei

Presidente de la Fundacion para la democracia

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